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viernes, 27 de noviembre de 2015

Ana María Navales



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CUENTOS DE BLOOMSBURY



 El mundo y la atmósfera bloomsburineanos que tan magistralmente recrea literariamente Ana María Navales ha ido creciendo y expandiéndose con el paso de los años, con esa maestría, además, que caracteriza a su narrativa última. Desde una primera edición aparecida en 1991, una segunda en 1999 y, una tercera, por ahora definitiva, en estos Cuentos de Bloomsbury (2003), encontramos, en una primera instancia, el proceso de complicidad con una realidad tan simbólica y tan lírica como la expresada en estos relatos porque, por encima de todo, denotan que ese espacio donde Virginia Woolf y Ethel Smyth o el resto de los contertulios de Bloomsbury sintieron sus pasiones y respiraron, sigue tan vivo como siempre. Doce cuentos integraban la primera versión del relato de toda una serie de sensualidades enfrentadas a un mundo nuevo,  lugar donde la mediocridad intelectual los llevó a un misero decadentismo o, en algunos casos, a la perdición final. Frustraciones amorosas, incertidumbre existenciales, obsesivas dependencias de unos y de otros, fuerzas interiores en lucha por sobrevivir y, además, una atmósfera tan lírica como escalofriante, son algunos de los conflictos analizados por la narradora aragonesa que recoge, con una total identificación de los registros, de una forma magistral, las inquietudes de toda una época literaria y del grupo intelectual británico en el que participaron, por igual, hombres y mujeres, conducta que ha provocado no poca bibliografía en el último siglo. Un nuevo cuento se añadió a la segunda edición y dos más en esta tercera, «Mi corazón está contigo», «Aquel verano en Carbis Bay» y «La última carta», respectivamente. El primer relato, una extensa carta que la narradora aragonesa imagina dieciséis días antes del suicidio de la escritora inglesa; el segundo, muestra el mundo lésbico tan intrínseco a la personalidad de Virginia y, el tercer relato, una declaración apasionado y sutil sobre el dramático final de la escritora, interpretado por otra mujer que muestra una elegante sutileza en el tratamiento y el conocimiento de la obra y la vida de narradora británica.
  El lenguaje utilizado por Ana María Navales se percibe ajustado, incluso—como alguien anteriormente lo ha calificado—de una cadenciosa musicalidad y de tonos melancólicos. Algo lúgubre, misterioso, decadentista, se percibe en muchas de las historias narradas que descubren la certidumbre de una existencia mediocre en un mundo tan ajeno como moderno, pero por encima de todo se perfila un estilo representado por una imaginería y una belleza que roza la perfección poética, redondeado todo con la caracterización de unos personajes tan excéntricos como creíbles, muestra, aún hoy, de esa esencialidad misma de la buena literatura.



   






CUENTOS DE BLOOMSBURY
Ana María Navales
Madrid, Calambur, 2003
               

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