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domingo, 16 de octubre de 2016

Desayuno con diamantes, 83



CORTÁZAR RECUPERADO



      A Julio Cortázar (1914-1984) no es necesario recuperarlo para la literatura contemporánea, ni siquiera actualizarlo porque la profundidad de su escritura lo convierten en ese escritor universal cuya lectura siempre hay que volver a hacer. Suma de Letras recupera buena parte de su obra en la colección «Punto de lectura» porque, paradójicamente, pese a tratarse de uno de los mejores autores del siglo XX, obras como Rayuela (1963) se habían convertido en rarezas en los estantes de las librerías españolas.
       Julio Cortázar ha sido definido como un escritor fantástico que amaba, sobre todo, este tipo de literatura. Escribió algunos cuentos maravillosos en los que ocurren hechos no menos extraordinarios y sobre todo inventó un mundo para constatar la extraña simbiosis que puede darse entre el espacio de lo real y de lo fantástico. El mundo de Cortázar es el de los juegos virtuales que hoy en día estarían de completa actualidad. La magia de su juego verbal sirve de refugio a la imaginación y a los seres en cuya sensibilidad muestran cierta ingenuidad, un hecho que les lleva a luchar contra lo pragmático de este mundo y contra la utilidad del mismo. La noción que percibimos en los juegos cortazarianos es el de la libertad absoluta, una libertad que pretende, necesariamente, transmutar el orden establecido de las cosas. «En los libros de Cortázar—escribe Vargas Llosa—juega el autor, juega el narrador, juegan los personajes y juega el lector, obligado a ello por las endiabladas trampas que lo acechan a la vuelta de la página menos pensada».
       Cuando Rayuela apareció en 1963, una novela de la razón y la sinrazón, la literatura se vio abocada a explorar secretos que antes no habían sido ensayados: la objetividad y la subjetividad perdían sus valores de condiciones excluyentes, el sueño y la vigilia se aliaban para formar parte de un mundo nuevo en el juego formal de la experimentación. Calificar a esta novela de experimental sería un rasgo algo caduco hoy en día; en realidad, la obra está planteada como un desafío para ese lector de novelas miméticas. Bestiario (1951) inicia el mundo resignadamente enclaustrado del joven escritor Cortázar y las posibilidades posteriores a ensayar. Las armas secretas (1959) enumera algunos de los temas capitales y los procedimientos narrativos que desarrollará posteriormente el escritor argentino. Historias de cronopios y de famas (1962), un año antes de Rayuela, se planteaba como un jocoso manual burlesco que condujese al lector hacia esa autenticidad deseada y en Todos los fuegos el fuego (1966), reúne sus principales cuentos sobre los conflictos de la existencia cotidiana. Con Un tal Lucas (1979), casi al final de su trayectoria Cortázar, ofrece nuevamente una mirada caleidoscópica sobre las posibilidades del lenguaje. Todo en Julio, afirma Vargas Llosa, es distracción, divertimento, fabulación, recursos mágicos que constatan la anarquía secreta del mundo, el enigma de su origen, su condición y su destino.

UN TAL LUCAS,
HISTORIAS DE CRONOPIOS
Y DE FAMAS,
TODOS LOS FUEGOS EL FUEGO,
BESTIARIO,
LAS ARMAS SECRETAS,
RAYUELA.
Julio Cortázar
Madrid, Suma de Letras, 2001


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