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miércoles, 1 de marzo de 2017

Irini Pitsaki



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NUEVO CUENTO GRIEGO
      
       Libros como el presente, Antología del nuevo cuento griego (2004), vienen a paliar algunas de las deficiencias literarias detectadas en un país que se vanagloria del número de títulos editados anualmente y de su poder editorial, al menos en el resto de Europa. La selección que, con esmero, ha preparado Irini Pitsaki, pone de manifiesto que la literatura griega moderna ha quedado reducida, en nuestras librerías, a tres o cuatro nombres de un extraordinario reconocimiento mundial como los galardonados Seferis y Elitis, el inmortal Kavafis o el muy traducido Kazantzsakis. Así, pues, de los nuevos nombres que configuran la vanguardia narrativa de los últimos años poco sabemos a excepción de Rhea Galanaki que publicaba Helena o nadie (2001),  Filippos Dracodaidís, El mensaje (2001), Pavlus Mátesis entregaba El padre de los tiempos (2002) o Ioanna Karystiani que con su Pequeña Inglaterra (2002) despertaba nuestro interés. A estos nombres se unen los de la presente antología, un total de diez, nacidos, en su mayor parte, en la década de los 50 a excepción de tres reputados autores en su país, Menis Koumandareas (1931) y Dimitris Nollas (1940) y Antonis Sourounis (1942); el resto Misel Fais, Yoryis Yatromanolakis, Eugenio Aranitsis. Siranna Sateli, Sotiris Dimitriou, Ersi Sotiropoulos y Vassilis Gouroyannis, se editan por primera vez en España. Resulta, pues, doble el descubrimiento de la nueva narrativa griega puesto que nos acercamos a autores de sobrado prestigio cuando descubrimos que su literatura ya forma parte de la historia reciente de la mejor narrativa helénica actual.
       La selección por breve, ofrece una variedad temática y expresiva lo suficientemente atractiva como para dar idea de la versatilidad del relato en el país heleno; abunda la fantasía de un claro origen legendario, como por ejemplo, «La mujer-golondrina» de Vassilis Gouroyannis, que narra la historia de una mujer que quiere dar a luz un bebé-golondrina de cabeza humana y cuerpo de ave; o las que reflejan un intenso lirismo interior para subrayar los temas referidos a lo humano, lo metafísico, lo simbólico y lo erótico. Otros abogan por el recuerdo de la historia reciente, como por ejemplo, «Tía Clara, muerta de risa», el exterminio de los judíos sefardíes en Comotiní, lugar de nacimiento del autor. Una especie de Holocausto que terminará en tierras de Israel. La emigración ofrece otra de sus vertientes más satíricas, como «Incendio a la japonesa» de Antonis Sourounis, un emigrante en Alemania, en cuyos relatos ofrece vivencias propias. El humor y la sátira campean por algunos otros relatos y tampoco se olvida el escenario urbano contemporáneo ateniense, como en el cuento «El muchacho rumano», de Menis Koumandareas donde, además, existen evidentes referencias al mundo de la homosexualidad.
       La antóloga señala que el material está organizado a partir de una intuición literaria personal; bien por esta intuición que ofrece posibilidades múltiples para descubrir o redescubrir la buena literatura y, además, de un tan castigado género como el cuento.






ANTOLOGÍA DEL NUEVO
CUENTO GRIEGO
Edición de Irini Pitsaki
Madrid, Páginas de Espuma, 2004

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