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miércoles, 17 de mayo de 2017

José López Rubio



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AÑOS VEINTE
              
       El joven José López Rubio (Motril, Granada, 1903-Madrid, 1996), se inició, literariamente, con un volumen de cuentos, que ahora reedita MenosCuarto, titulado Cuentos inverosímiles, publicado por Caro Raggio en 1921, aunque ya había escrito cuatro comedias que no había logrado estrenar.
       Hombre polifacético, narrador, periodista, traductor, guionista y director de cine y de televisión, destacaría, sin embargo, como comediógrafo. El historiador Ruiz Ramón destacaría en él su extraordinaria facilidad para hacer comedia o farsa fantástica, sátira ingeniosa o burlesca, teatro de costumbres con tendencia al vaudeville o al sainete, pero sobre todo por ser un genio del teatro de evasión. Maestro en desarrollar el doble juego del teatro dentro del teatro, la ficción dentro de la ficción, quizá por todo esto, el presente libro no deje de ser curioso y acertada su reedición, porque apareció en una época en la que no fue excesivamente brillante para el género, como señala el prologuista Fernando Valls, teniendo en cuenta que tanto la poesía como el teatro gozaban entonces de más prestigio literario y social.  Sin embargo, los escritores de la época contribuyeron cultivando una narrativa breve de estilos y tendencias muy variadas que no dejan de sorprender aún hoy día. El libro está compuesto por veintiuna narraciones, acompañadas de otras tantas ilustraciones, realizadas por los dibujantes más importantes de la época; Valls señala, en su introducción, que el granadino publicaría otros cuentos no recogidos en el volumen: «Al revés» (1925), «Mi calle con dos serenos» (1927), «La ciudad que tenía sed» (1927), «El dueño de la i» (1928) y «El bebedor de luz», «El agua que canta» y «El cazador de estrellas», sin fechar.
       El concepto de inverosímil proviene del gran Gómez de la Serna y de sus teorías opuestas a la verosimilitud y coherencia de la narrativa realista, aunque tampoco hay que clasificar el conjunto así porque se refieren a los primeros tanteos literarios de un joven veinteañero. Lázaro Carreter calificaba estos cuentos de «descaradamente informales, en los que apunta una fantasía, aún ingenua, instigada por Fernández Flórez y por el maestro de Pombo, y expresada en un lenguaje desenvuelto y limpio, pero aún no libre...». Algunos de estos cuentos tienden a la fábula, otros se decantan por el espiritismo, incluso la actualidad más rabiosa está presente, tampoco faltan esos pinitos metaliterarios en los que una reflexión sobre la verosimilitud se hace necesaria, algunos se plantean un reto literario, incluso pueden leerse cuentos con niños, esos seres tan desvalidos, como «El plátano», la historia de Polín, un niño hiperactivo. López Rubio apunta, en definitiva, con estos relatos sus buenas maneras de narrador que confirmaría a lo largo de su vida.







CUENTOS INVEROSÍMILES
José López Rubio
Prólogo de Fernando Valls
Palencia, MenosCuarto, 2007

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