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viernes, 14 de julio de 2017

Invitado en Fernán Núñez



El Club de Lectura, “El sembrador de palabras”

       En ocasiones uno se reconcilia con su alrededor, con quienes de forma honesta, desinteresada, humana e inteligentemente se acercan a un libro con el expreso deseo de convertir esas horas en un auténtico disfrute, en esos momentos de deleite que después de traducen en una manifiesta aventura por ensanchar el conocimiento, o tan solo en la posibilidad de sumergirse en el placer de una estado de bienestar especialmente mágico, y en un arriesgado intento, incluso, se traduce en un calculado intento por descubrir que existen esos otros mundos “anchos y ajenos” que proclama el peruano Ciro Alegría en su narrativa.
       Y fue así como un gran secreto y el mundo de las beguinas llegaron hasta el Club de Lectura, “El sembrador de palabras”, que valga la expresión propala sus lecturas en la conocida localidad cordobesa de Fernán Núñez, población ubicada a escasos kilómetros de la capital de la mezquita; y, también, así fue como, una vez allí, descubrí tras numerosas miradas, expresiones de inteligencia y de humanidad, de amor y de cariño por la lectura, cómo conocí a un puñado de buenas/os lectores que bajo la dirección de María Rosa Laguna, cosechaban amabilidad y, en igual proporción, rigor, análisis, un severo juicio crítico y una asombrosa capacidad de dominio por las perspectivas técnicas de la narrativa y, en especial, de las posibles interpretaciones, variadas y ricas, de mi última novela, El secreto de las beguinas que la madrileña Trifaldi editaba apenas unos meses atrás.
       Y de la mano de Alejandro López Andrada iniciamos eso que se llama “destripar una obra”, y pronto se sumaron Juan Jesús, Ana María, Antonia Suanes y Antonia Toledano, Carmen y Dolores, Encarni y Francisca, María Jesús y Pepa y Lola Toleano, María Espejo, Marisol y María Miranda, o María Rosa que citaba páginas y párrafos que le habían llamado la atención, y algún que otro nombre que olvido pero que estuvo allí y me hizo sentir cómo el mundo sigue siendo ese lugar maravilloso donde uno debe disfrutar con tanta amabilidad y buen quehacer.
       Gracias, Club de Lectura, “El sembrador de palabras”. Allí quedó un trozo de mi corazón y, también, juntos desvelamos el secreto de estas mujeres singulares y el afán de los hermanos por esclarecer una verdad; y os aseguro que a este seguirán otros muchos que me gustará compartir con vosotros.






Con María Rosa Laguna, Alejandro López Andrada y un servidor

Con María Rosa y Alejandro

Leer y disfrutar de algo dulce

1 comentario:

  1. Enhorabuena, amigo Pedro. Seguro que fue una experiencia mágica y en muy buena compañía, con lectores tan inteligentes y perspectivas reveladoras. Una de esas experiencias que tanto gratifican y compensan. Me alegro mucho por ti y por la novela. Salud y abrazos. José Antonio Sáez.

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