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viernes, 22 de septiembre de 2017

Jesús Ferrero



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PURGATORIO, INFIERNO, PARAÍSO
              
        Los conceptos del amor y del infierno se entrecruzan en esta novela de amplias pretensiones, como es habitual en la literatura de Jesús Ferrero (Zamora, 1952), aunque en esta ocasión, con Balada de las noches bravas (2010) ensancha horizontes, porque en su relato desarrolla una perspectiva generacional, los hijos de un París convulso, el estigma de una época cuya filosofía, con la visión de Althusser, Foucault, Lacan y Deleuze, concebía la abominación, la locura y la traición como el resultado del más auténtico sentimiento del desamor. Ferrero nos recuerda en esta nueva novela el ambiente juvenil de Ángeles del abismo (2005) y sus problemas para llegar hasta una edad adulta, condicionados por el peso de una memoria, la fuerza e intensidad del pasado y las experiencias desarrolladas a lo largo de una vida, aunque ahora los niños, adolescentes y posteriores jóvenes inquietos de Balada de las noches bravas se muestran deseosos de ampliar mundo, de huir de una vida provinciana, están obsesionados sobre todo por viajar a París, la ciudad de la libertad, ese lugar de culto y cosmopolita que siempre habían soñado.
               Ciro, Beatriz, Alvar, Sara, Rubí, Claudio, Roco, los hermanos Bidar cuentan sus historias, muchas de sus vivencias personales, los escenarios de una niñez y de una pubertad que se desarrolla entre el País Vasco y Pamplona, para posteriormente convivir en ciudades como París, Ginebra, y en el caso de Ciro y Beatriz, los auténticos protagonistas, llegar hasta China, obsesionados por el recuerdo de un enigmático jesuita, el tío Camilo. Ferrero se esconde tras un narrador que recrea excelentes páginas en el sórdido hotel Marigny, lugar por donde pasaran Turgueniev y Tólstoi, o cuando ayudado por Proust, el lacayo Albert Le Cruiziat, lo convirtiera en prostíbulo de muchachos. Sobresale el pulso de las abundantes reflexiones a que somete el texto su autor, epílogo de un romanticismo trasnochado del 68, portadores de una época de incertidumbres, de ideales y de utopías solo posibles en las aulas parisinas, al hilo de lecturas y seminarios de los cultos filósofos del momento. Y aun habría que sumar la visión del narrador acerca de los poetas, Irigoyen, Valente, Costafreda, Carlos Edmundo de Ory, o el profesor Agustín García Calvo  Al mismo tiempo queda, perfectamente, hilvanado el relato de los amores intermitentes y conflictivos de la pareja protagonista: Ciro y Beatriz, la amiga de la infancia, cuya continua deslealtad y traición provoca en ambos esa exploración de las relaciones de pareja y que, de alguna manera, supone asumir el rol entre hombres y mujeres desde una perspectiva de total libertad, incluida la sexual que, indudablemente, provocará el desencanto a toda una generación, y por extensión una excéntrica psicología poco comprendida en la época, que hoy percibimos como de auténtica revolución, aunque nuestros jóvenes ya sienten como trasnochada.








BALADA DE LAS NOCHES BRAVAS
Jesús Ferrero
Madrid, Siruela, 2010

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